PRENSA - TODO PIOLA
Espectadores de Acá
Barrio, poesía y un idilio
por Albina Montaño
17abr2015

En algún momento, en algún lugar, un sujeto nos invita a entrar en su mundo interno. La lírica de Mariano Blatt como único libreto nos pone en contexto, versos que hablan de tus manos de tus ojos, de tu cabecita, de los pelitos de tus piernas, de tu short… Luego aparece un segundo, totalmente cautivado, y no puede evitar entrar. Así comienza una historia simple pero extensa, en la que se van creando relatos corporales, visuales y verbales, en la que se van creando códigos que permiten al espectador adentrarse en un mundo único.

El extenso escenario del Teatro del Abasto es ocupado en su totalidad tan solo con música movimiento y poesía. Se convierte en un espacio donde los hechos y el tiempo fluyen, donde pareciera que todo puede pasar o que quizás nada más vaya a pasar. Cada escena es inverosímil pero perfectamente coherente con este cuento.
La letra es recitada con naturalidad, parece un enunciado espontáneo, el movimiento se da como medio primordial de comunicación entre dos amigos o amantes, entre dos compañeros de barrio. Gradualmente aprenden a comunicarse con muchos versos pero poquísimas palabras, y construyen un mundo propio. Se da así un dialogo llano, tan llano que enternece.
Empiezan jugando como niños pero paulatinamente las sonrisas y las miradas hacen que cambie el clima. El juego infantil da lugar a la seducción, dos niños devienen en hombre y mujer para después volver al juego infantil, para después volver a seducirse, para después seguir jugando. Así, de la quietud, de la contemplación, de la velocidad, de las corridas, del baile, de las palabras simples, de tanto jugar y jugar surge lo animal y sexual como inevitable para que hembra y macho se apareen bajo una lluvia repentina y torrencial.
Los pequeños recursos se aprecian en todo momento. Los silencios, el ruido de las pisadas, la respiración, el rose de las pieles, el choque brusco de un cuerpo contra otro, o contra la pared o contra el piso, la transpiración, los besos, una risa, un chiste tonto, un gesto, nada carece de sentido. Un tercer personaje con su voz y su música, se convierte en otra pieza fundamental, y junto con la iluminación armonizan con la poética de cada escena.
Poesía verbal, corporal, visual, musical, convergen en un instante sumergiendo al espectador en un mundo onírico, simple y bello.

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