PRENSA - ABSENTHA
Escena 71
Una chispa se enciende

La acción sucede en un taller de poesía que se dicta en un Centro Cultural en la ciudad de Buenos Aires. El grupo lleva más de un año de trabajo y está compuesto por tres hombres: Mamu, un comerciante que suele usar sandalias y que declara ser ‘singularmente’ familiero, Gapo, un escribano de bigotes preocupado por guerras lejanas y rimas imposibles y el vasco Aitor, un adolescente tardío atraído por las oscuridades sociales más sórdidas, plasmadas en su campera de cuero y en su cinturón con tachas.

En otro tiempo hubo más compañeros, de hecho la ausencia de uno que decidió alejarse es fundamental en el grupo, porque determina dos bandos de afinidad y conveniencias.

El que coordina las actividades es Lato, el profesor en cuestión, un ser que hace de la mezquindad un estilo de presentación y que poco a poco desgrana su talento, encriptado y escondido detrás de un vaso de whisky.

El profesor propone consignas y remarca la existencia de una distancia infranqueable entre aquellos capaces de acceder al fuego sagrado de la creación genuina y el resto de los mortales, signados por una mediocridad sin remedio.

“Tomar la ruptura como el mero romper”, utilizar como tema las vacaciones o reflexionar sobre “qué se necesita para que el hecho escritural suceda” son algunas de las cuestiones que se van sucediendo a lo largo de las semanas. Cada clase se convierte en una arena de disputa entre los propios integrantes del taller, que critican el trabajo del compañero, con más o menos fascismo, hasta esperar la ansiada devolución del profesor, que marca palabras clave, que reconsidera el sentido, que indica barajar y dar de nuevo, que se adentra en la forma y prueba el sabor del contenido.

Las producciones literarias de los distintos integrantes del grupo son realmente brillantes. Algunas atraviesan los costados más cursis y tormentosos de la poesía contemporánea, mientras otras se refriegan en el “oxímoron social y popular”.

Los ritmos, las rimas, las cadencias, los tonos, las ideologías y las métricas son variados y responden a las personales retóricas de sus autores.

La correspondencia producción literaria/alumno de taller es un hallazgo textual que permite construir cada personaje con precisión y riqueza, dando cuenta de sus transformaciones.
El profesor es consciente de las limitaciones de su grupo y de hecho exterioriza “lo miserable de la instancia taller”. Pero a la vez sabe que lo que se pretende de él es una “devolución” al trabajo realizado por los alumnos, un acto que dista mucho de poder decir la verdad. Pero algo sucede en su conciencia, algo así como un chispazo, que lo encamina hacia un abismo.

El docente elige asumir el riesgo y esta decisión hace que la obra dé un giro de 180°. Un chispazo puede implicar salir de la oscuridad, aunque sea por un instante, puede ser un pequeño acercamiento a la iluminación. Pero a la vez puede presentarse como el causante de una explosión, como el preámbulo de la destrucción total.

Absentha es un espectáculo muy divertido, que dispara carcajadas en los espectadores y que a la vez presenta un panorama desolador, de individuos que conforman una sociedad en la que la creación ocupa un lugar tan ambiguo, como bastardo.

Con una excelente dramaturgia de Alejandro Acobino, que se basó en una idea de Rodolfo Demarco (Mamu) y sobre una hipótesis argumental de La Fronda, el grupo entero, armado como compañía, Absentha está organizada en actos, que dan cuenta del paso del tiempo, divididos por las actividades penumbrosas de un auxiliar de limpieza.

La obra cuenta con la oportuna puesta de la directora Ana Sánchez y la lograda interpretación de cada uno de los intérpretes, quienes les dan vida a personajes íntegros, que poco a poco desnudan sus costados más miserables y permiten que el espectador asista a una concreta reconstrucción de lo que es “la poesía (y la cultura) de nuestro tiempo”.