PRENSA - ABSENTHA
Diario La Nación
Una puesta sustentada en el trabajo actoral
por Federico Irazábal
22/03/2010

Nuestra opinión: buena

El grupo La Fronda, en su anterior composición y con la dirección de Ciro Zorzoli, produjo alguno de los espectáculos que quedaron en la retina de los espectadores que tuvieron la suerte de conocer a esta compañía en sus primeros trabajos. Living, último paisaje y Ars higienica fueron espectáculos que hicieron una búsqueda estética propia en lo que hacía al trabajo dramatúrgico, escénico y actoral.


En Absentha, la compañía trabaja con un texto de Alejandro Acobino, un muy buen autor argentino que ya a esta altura puede decirse que tiene un estilo absolutamente propio y reconocible. Su forma de producir el humor está en el extremo opuesto al chiste, ya que lo que hace es un fino trabajo de construcción de los personajes que se vuelven más ridículos cuanto menos conscientes de ello son.


El título de este espectáculo proviene del famoso compuesto de hierbas y flores con altísimo contenido alcohólico -también conocido como ajenjo- tan usado por escritores, pintores y músicos por sus dotes creativas. Oscar Wilde, Van Gogh, Hemingway, Strindberg son algunos de los nombres que hicieron público su uso, hoy regulado en su composición en la mayoría de los países. Pero aquí, los personajes que lo consumen están muy lejos de alcanzar un clima creativo intenso, puesto que a lo único a lo que pueden acceder es a la mueca creativa y a dejar salir lo peor de ellos mismos.


La excusa para que todo esto ocurra es ubicar la obra en un típico centro cultural barrial, en un taller de poesía. Allí, un maestro fracasado tendrá como función aniquilar a sus tres alumnos, los que a su vez son mostrados en todo su patetismo. Cultores de una rima absurda con pretensiones sociales, de un vanguardismo sin sentido o de un autoritarismo estilístico que va a desencadenar el uso de una picana, los tres van a terminar consumiendo aquel elixir, instigados por su profesor, y aplacar con él la única verdad que había asomado en la escena.



La puesta


Más allá del texto, el fuerte de Absentha está indudablemente en el trabajo de los actores. Cada uno de ellos encuentra un espacio diferente para componer su personaje, mientras que la directora Ana Sánchez pudo hilvanar cada uno de ellos.


El espacio escénico no pretende jugar con la belleza; es frío y distante para permitir al espectador ubicarse en esa mediocridad que debe asomar para producir la risa, al tiempo que esbozan una declaración crítica sobre los modos de educación artística del gobierno de la ciudad.


El mayor problema es que por la estructura misma de la obra, basada en escenas relativamente breves que nos muestran una clase tras otra, hace que caiga en cierta circularidad que le juega en contra al espectador. Con excepción de los últimos minutos, parece no haber una evolución de la trama, puesto que ella está apoyada exclusivamente en los sutiles cambios en los personajes.