PRENSA - VAGO
Espectadores de Acá
VAGO
por Joaquin Chemile
08/02/2013

Conociendo al otro

En el Teatro del Abasto podemos encontrar la obra “Vago”, escrita y dirigida por Yoska Lázaro. No es una obra moral, no habla de ética, no nos dice lo que tenemos que pensar. Sólo nos muestra una realidad que viven muchas personas de nuestro país, aquellos que englobamos con el adjetivo de “pobres”. No conforme con el aspecto visual, también hay una apelación a los olores. Nos dicen como es el “olor a pobreza”. Nos transmiten que en la villa el olor a cigarrillos nunca se va, de hecho, sentimos mientras la obra se lleva adelante. También aprendemos que desean sentir olor a lavandina, en lugar del agobiante barro, qué se impregna en el cuerpo, en las casas… en todos lados.


Las acciones se desarrollan en una casa de una villa miseria. Ahí desfilan los personajes y sus problemas, cada uno diferente, cada cual con su estigma. Tenemos a un puntero político que lucha por mantener su porción de poder e influencia (Camacho), una “cheta” que trata de hacer dinero, otorgando algunos favores del cuerpo a cambio (La Mili),  un ex-adicto que sufrió un ACV y trata, ingenio mediante, ganar su dinero (El Nene). También encontramos a un hombre que  realiza el antiguo oficio de robar para ver que consigue (El Tute) y, por último, a una mujer, que parece diez años mayor de lo que realmente es y que trata de sobrellevar lo mejor posible la situación (La Negra).


La escenografía sin duda es un punto fuerte y a resaltar. La cama en una esquina, el ropero sin puertas en la otra. En el medio una mesa chica, una heladera también pequeña. Todo en un mismo ambiente. Alguien tiene que dormir en la cama del living mientras otros se tendrán que conformar con un simple plástico en el suelo. Hay detalles infaltables, las cortinas de plásticos en vez de puertas separan a la habitación del living y las telas rotas hacen lo propio entre la calle y el interior de ese hogar. Por último la cumbia que de a momentos suena en ese pequeña equipo de música.


La miseria en que los personajes están envueltos no es transitoria, nos da la impresión de que se va a agravar con el transcurrir de la obra. Todo nos lleva a pensar que no hay salida, que siempre va a ser así, es el destino, es su destino cotidiano. Pero no, todo puede empeorar. Y a lo largo de la obra la tensión aumenta, las relaciones se vuelven más compleja y los momentos más peligrosos.  Vemos que los personajes gritan, que tienen un futuro imposible. Y por eso, están condenados a la incertidumbre del presente. A tratar de subsistir. Las situaciones de violencia nos producen tensión, porque están presentes y bien representadas. Sin embargo, aunque la temática de la obra es dramática. Hay momentos para reírse. Son oasis de sonrisas que descomprimen los momentos de tensión y evitan fatigar la atención.  Principalmente de la mano de “La Mili” (Julieta Timossi), que relaja el drama con su tono picarezco.


Ya se ha señalado que la escenografía es buena. Pero los actores son mejores.  Como grupo el elenco actoral reúne todo lo que tiene que tener para presentar una obra de este tipo de manera convincente y emotiva. Pero además de ello, cada uno se destaca por su gran actuación. Romina Oslé (La Negra) Marcelo Saltal (Camacho), Julieta Timossi (La Mili), Nicolas Blandi (El Tute) y Fernando García Valle (El Nene).  Cada uno en el rol que le toco interpretar logro transmitir lo angustiante, desesperante, complejo y contradictorio que pueden ser esas situaciones, para el conjunto, como para el interior de cada personaje. 


La pobreza, las situaciones desesperantes, las luchas por la supervivencia, la marginación, la caída de un puntero político. Los expulsados de la sociedad, la imposibilidad de futuro y la incertidumbre del presente. Esas son las cosas que podemos ver en esta obra de teatro llevada adelante por Teatro a Tres Velas.


Uno podría decidir ir a verla, porque tiene una sensibilidad especial por lo social, porque le interesa saber como viven los que no viven como uno, y muchas cosas más. Pero no es necesario en este caso. La obra Vago hay que ir a verla por su texto, por sus actores y porque da con el objetivo que se propuso: mostrar como es la la vida de mucha gente en el conurbano bonaerense. Efectivamente nos cuentan lo que nos quisieron contar. Y de una manera admirable.

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