PRENSA - VAGO
Diario La Nación
Un mundo marginal doloroso
por Carlos Pacheco

Nuestra opinión: buena

En el comienzo, el grupo de actores aporta algunos datos sobre sus personajes y, sobre todo, refiere aspectos del mundo en el que ellos van a moverse. Explican que veremos algunos "retazos" de esa realidad que, a juzgar por el marco escenográfico, expone una fuerte precariedad.


¿Quiénes son esos hombres y mujeres?: un aspirante a puntero político; un muchacho afectado por un ACV a causa de la droga; su hermana, quien intenta cuidarlo y cuidarse, y para ello convive malamente con el puntero; una joven que proviene de un mundo más acomodado, pero que ha decidido afincarse entre ellos por el gusto a la mala vida, y un muchacho que ha crecido en la villa, sin más aspiraciones que vivir el día a día como pueda.


Enmarcado en un realismo exasperado que busca dar cuenta, hasta en los mínimos detalles, de la forma de vida de este grupo, el dramaturgo Yoska Lázaro no construye una historia formal, en apariencia, sino que concatena situaciones en las que expone a esos seres en sus más dolorosas miserias internas. El creador no busca aportar desde la metáfora valores que nos remitan a esas problemáticas; por el contrario, expone con notable crudeza esas conductas contaminadas por la mala política, en el marco de una sociedad que ha dejado en el mayor desamparo a hombres y mujeres cuya única expectativa es sostener, como pueden, esa miseria a la que están acostumbrados.


Al cabo de 90 minutos, el espectador podrá sentir cierta saturación frente a esa pintura social tan descarnada. Además el espacio del Teatro Abasto ha sido minimizado y el público está muy próximo a la acción.


El trabajo actoral es bastante homogéneo y cada uno de los intérpretes tiene un momento en el que puede exponer con mayor desarrollo quién es. En todos los casos, esas almas quebradas por las carencias económicas, la droga y la desesperanza, no hacen más que dar cuenta de una parte de nuestra realidad social que avanza sin que nadie se ocupe de ella.


Resultan muy destacados los trabajos de Romina Oslé y Fernando García Valle, sobre todo. La primera, La Negra, es el personaje con más matices, menos directo y que siempre está dispuesto a una reflexión. El segundo, compone a un enfermo terminal y lo hace con mucha precisión.


Vago resulta un cuadro de época extremadamente doloroso, que contiene ese germen que toda representación de teatro testimonial necesita para golpear al espectador y provocarlo, ayudándolo así a comprender ciertos aspectos de su entorno.

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