PRENSA - EL CORAZON DEL INCAUTO
Martín Wullich
EL CORAZÓN DEL INCAUTO, sorpresa campestre Texto ameno con delicada puesta en escena de Alejandro Ullúa. Brillo de Martín Urbaneja
por MARTIN WULLICH
15/09/2014

El mismísimo título deja entrever que el incauto de marras, de sensible y enamoradizo corazón, caerá sorprendido en una suerte de trampa o, por lo menos, de juego ante el que sus sentimientos lo han llevado. Aun sospechando que en la situación que lo involucra “hay gato encerrado”, este peón de campo poco es lo que puede hacer frente a una imparable ola de amor, una tentación tan fuerte que le impedirá incluso mantener la conducta que debería ante sus patrones.

En la infinita pampa argentina, hace casi un siglo, entre casas aisladas y rutinas campechanas, se cuecen impensadas habas. El entretenido texto de Sandra Franzen y Patricia Suárez, un auténtico melodrama con visos shakespeareanos, tiene la justa cuota de disparate y reflexión sobre un asunto tan antiguo como el mundo y que no mide diferencias sociales, raciales o religiosas. Ni siquiera sexuales. Y en esa vastedad, las fantasías de deseos insatisfechos aparecen por doquier.

La puesta en escena pergeñada por el director Alejandro Ullúa es simple en elementos pero creativa en la imagen, que nos ubica inmediatamente en el interior del hogar que será testigo del inesperado desenlace. La música elegida, con reconocibles arias de ópera, marca la tragedia sobreviniente de un modo original, sin desdeñar jamás la mordacidad que enriquece los temas del relato. Las precisas marcaciones de Ullúa logran lo mejor de tres notables actores. La ductilidad y profunda expresividad de Georgina Rey son visibles en los detalles que hablan de maternidad, de religiosidad, de la comprensión hacia su particular marido. Su actuación es un constante crescendo, particularmente cuando debe enfrentar situaciones fuertes.

Mariano Mazzei maneja con gran histrionismo la ambivalencia del personaje, equilibrado en los momentos duros o sensibles, cuando trastroca hábil y delicadamente los roles. En tanto, Martín Urbaneja, en la piel del peón, logra una actuación colosal, premiable, transmitiendo profundamente su alegría y su hombría ilusionada asi como el latente desamor que lo angustia, absolutamente sustanciado en el crédulo personaje

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