PRENSA - QUÉ AZUL QUE ES ESE MAR
Cuadernos de Danza
El agua que derrama tiempo
por Eugenia Cadús

Un texto para: Qué azul que es ese mar // dirigida por: Eleonora Comelli

En “Qué azul que es ese mar” de Eleonora Comelli, el tiempo pareciera configurarse en una duración bergsoniana, donde pasado y futuro conviven amalgamándose, confundiéndose, borrando sus límites en el presente de la representación. Es el tiempo que se organiza en profundidad, la de la intuición o emoción profunda. Según Bergson, la propia duración es emoción y es sólo a través de la emoción que las personas duran, devienen duración.



Ya en el cortometraje “Crucero” de Pablo Pintor, proyectado al inicio de la obra, vemos que las vacaciones familiares de Héctor y Ana Squassi, filmadas entre 1968 y 1989, son editadas y montadas para generar otra percepción del tiempo, de un tiempo que refleja su duración en los cuerpos de los protagonistas. Y tal como la magdalena de Proust, podemos pensar que el video desencadena este tiempo que se derrama en los protagonistas de la escena, así como el agua va derramándose en ellos a lo largo de la obra.



En la escena, vemos a Ana y Héctor representados en dos momentos etarios, aunque el lugar en el que se encuentran y la ropa de los cuatro los une en un tiempo conjunto de la representación.



Se encuentran en un espacio que denota su ficcionalidad (un telón de fondo pintado que muestra la playa y el mar, y tras éste, una pileta de lona), el cual permite un tiempo irreal pero en concordancia con la memoria y su configuración. Aquí confluyen e interactúan estos dos Héctor y las dos Ana. Bailan, se encuentran, se mojan, se resbalan, se cruzan, se besan, se quieren.



En “Qué azul que es ese mar” hay una búsqueda por la posibilidad de trasladar el espíritu de un video a la escena y vemos a los intérpretes evocar imágenes que cobran movimiento. Así, incluso vemos movimientos que evocan a la bidimensionalidad de la “La Siesta de un Fauno”, coreografía de Nijinsky en la que un cuadro (lienzo) cobra vida, y que entonces dialoga con esta obra, en la que una filmación (o una serie de cuadros) toma/n vida.



Las imágenes buscan movimiento, en un espacio de telón pintado y mar de fantasía, los tiempos se cruzan, las danzas se enredan, y luego se hunden todos, en la profundidad del agua que mezcla, que moja a todos por igual, derramando tiempo.

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