PRENSA - QUÉ AZUL QUE ES ESE MAR
Diario La Nación
Bailar, según pasan los años
por Néstor Tirri

La coreógrafa Eleonora Comelli estrena Qué azul que es ese mar

La edad de los cuerpos consagrados a la danza o simplemente al movimiento escénico parece una idea recurrente en la producción de Eleonora Comelli. Esta inquieta artista porteña pasó del tango bailado a las búsquedas coreográficas en obras con las que ha participado de unos cuantos festivales de danza. La idea de reivindicar cuerpos que han dejado atrás la juventud la puso sobre el tapete ya en su primera pieza, Domingo: se le ocurrió que en una escena de danza de evocación doméstico-familiar bien podía intervenir su abuela de 80 años, y ahí nomás la impulsó a la escena. La señora no sólo desplegó algunos pasos, sino que además cantó un bolero.



Ahora, a sus 37 años, vuelve sobre esa cuestión en Qué azul que es ese mar, una infrecuente experiencia que se anima a confrontar universos disímiles: por un lado, el del cine con el de la danza; por otro, los cuerpos jóvenes con los de bailarines mayores. Así es que la primera parte del espectáculo que se verá en el Teatro del Abasto exhibe un cortometraje de Pablo Pintor (Cruceros) armado con imágenes de archivo de una pareja real, Ana y Héctor, que registran sus viajes de 1968 a 1989; la transformación de los cuerpos va evidenciando el paso del tiempo.



A continuación, Ana y Héctor pasan a ser personificados por dos parejas de bailarines en vivo, que los muestran en la adolescencia y septuagenarios: Laura Figueiras y Matías Etcheverry, por un lado, y Stella Maris Isoldi y Roberto Dimitrievitch, por otro. "Tomé el tópico del paso del tiempo y establecí vínculos de cuerpos en un tiempo no lineal", anticipa Comelli sobre su invención. "El amor -sigue- se ve atravesado por transformaciones. Trabajar con bailarines de generaciones distintas pone en foco el deterioro inevitable y permite jugar con el futuro y el pasado."



La coreógrafa acierta a entrever que "no hay repertorio para bailarines de cierta edad; son pocas las obras que requieren gente de distintas generaciones". Si bien en Qué azul que es ese mar Eleonora apuntó a "trabajar con cuerpos no demasiado cuidados ni perfectos", asegura que no descuidó formalidades como la técnica o la limpieza de movimientos. Así es que, paralelamente a una pareja de jóvenes, en la obra comparecen dos experimentados intérpretes: Estela Maris Isoldi, cultora y maestra de técnica Graham, y Roberto Dimitrievitch, prestigioso bailarín que arrancó con el clásico y luego transitó por distintas técnicas y, además, lideró varias compañías.



La escenografía y el vestuario son de Paula Molina y la iluminación, de Ricardo Sica, mientras que la música original fue compuesta por Ulises Conti.

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