PRENSA - ESPLENDOR
Diario La Nación
De Los Ángeles a Lomas de Zamora
por Alejandro Cruz
LUNES 02 DE MAYO DE 2016

"Yo soy Natalie Wood, oriunda de Lomas de Zamora", dice Valeria Lois, o la mismísima Natalie Wood, en un escenario del Abasto. Habla a la platea o a la eternidad misma desde la cubierta de un yate. Acompañan a esta diva, de enormes anteojos de sol, Lana, su hermana; el actor Robert Wagner, su esposo, y un joven actor llamado Christopher Walken, nacido, agrega él, en Burzaco.

El yate no navega por las aguas del Pacífico californiano. Lo hace por aguas verdosas de un río en el cual, seguramente, hay camalotes. En manos del director, Gustavo Tarrío, y del autor, Santiago Loza, ciertos hechos están tergiversados en la historia trágica de la actriz de Rebelde sin causa, que apareció ahogada en 1981. En la última investigación que analizó el caso se modificó la carátula: se lo clasificó como "causas no específicas". "Aquí nadie tiene nada verdadero, por eso no te hagas ningún problema", dice durante la obra la misma Natalie, como si estuviera declarando ante un tribunal, como si le estuviera hablando al espectador de Esplendor.


La duda misma, el extrañamiento, la reflexión sobre aquel hecho trágico, las variaciones y sobreactuaciones de esos seres de la cámara y las revistas, cierto tufillo de un drama atravesado por un humor delirante, esa particular forma de lograr que La Matanza sea vecina de Los Ángeles, los triángulos amorosos, los lados oscuros de gente luminosa iluminada por los flashes, el imaginario del Porsche de James Dean andando por la Panamericana y el mundillo del cine, aun el de una sala oscura en donde se dan pelis pornos, nutren a esta trama creada por Tarrío y Loza, dos creadores tanto del teatro como del cine.

En ella los cuatro intérpretes -los intensos de Valeria Lois, Moro Anghileri, Patricio Aramburu y Eddy García- se expanden y complementan este viaje por aguas tan profundas como pandas. Los cuatro -imposible no destacar algunos pasajes de Valeria como de Eddy- tejen un fino entramado que encuentra en la música de Carmen Baliero, en algunos pasajes del texto de Loza y en el vestuario de Ana Press y Flavia Gaitan piezas constitutivas de este juego poético de una enorme riqueza expresiva que suele estar presente en los montajes de Tarrío.

Claro que, esta vez, sea porque es la primera vez que trabaja con un dramaturgo o por la manipulación del interesante pero complejo dispositivo escenográfico ideado por Gustavo Di Sarro, cierta fluidez interna por momentos se diluye. Pero Esplendor, el nombre de yate, el nombre del montaje, no encalla. No hay forma que eso ocurra con estos actores. No hay forma si al timón están Loza y Tarrío. No hay forma con ese maravilloso final en el cual la diva se disuelve en el cosmos al que poco le importa la diferencia entre Lomas de Zamora y Los Ángeles.

Nuestra opinión: buena.

http://www.lanacion.com.ar/1894495-de-los-angeles-a-lomas-de-zamora