La singular relación entre una mucama abnegada y una patrona depresiva que se comunican a través de un baby call, es el foco de la desopilante propuesta de la actriz Sofía Wilhelmi que se presenta los lunes a las 21 en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3540, CABA).
En una trama entre absurda y disparatada, "Baby Call" cuenta la historia de Teresa (Cecile Caillón), una mujer de buen pasar en sus cincuenta y tantos que hace dos años fue víctima de un doloroso desengaño amoroso.
Y desde que Carlos, su pudiente marido, la dejó de un día para el otro por una prostituta, ella pasa sus días encerrada en su cuarto, lejos de las pertenencias de su ex que colonizan la casa, comunicándose con Mery, su empleada doméstica (Serrana Díaz), a través de un baby call.
Así es como el aparato, tradicionalmente utilizado para registrar balbuceos y sonidos guturales de un bebé, se convierte en un extraño complemento para un estado depresivo que devela, además, niveles de comodidad profundamente indignantes.
Es que Teresa, ubicada en una extraña y muy personal forma de conciencia de clase, grita, pide, habla y comenta cosas en forma compulsiva desde su cuarto, desconectada por completo de la situación en la que se encuentre su empleada en el mundo exterior que, dicho sea de paso, resulta ser el resto de su casa.
Y Mery, cuya única pulsión vital pareciera ser no abandonar una sumisa e inquebrantable obediencia, responde desde su cuarto en el altillo con golpecitos en el piso: uno significa sí; dos quieren decir que no.
"La empleada tiene una admiración por su patrona que roza el enamoramiento y que, de alguna forma, adquiere también cierto cariz maternal", explicó Wilhelmi en diálogo con Télam.
"Por su parte -agregó- Teresa tiene algo de infantil en su forma de reaccionar que para mí caracteriza a determinada clase social. Este personaje es una mujer que se casó joven, no tuvo hijos y que cuando fue abandonada queda al cuidado de su empleada".
Así es que todo es sumisión y armonía hasta que un par de ladrones irrumpen en la casa y esta propuesta, que marca un logrado debut de Wilhelmi como escritora y directora de teatro, da un giro inesperado.
"El núcleo de la obra sucede cuando en una situación absolutamente anormal como lo es un robo, las dos mujeres son encerradas en el cuarto de servicio con la posibilidad de escuchar a través del aparato qué es lo que hacen los delincuentes", adelantó la actriz sobre la obra que se ofrece durante la Bienal de Teatro de Buenos Aires.
Y cuando la angustia y el pánico parecieran estar a punto de destruir el sistema nervioso de Teresa, ocurre una revelación: si los rateros se roban todas las cosas que Carlos dejó, ella se libraría de su tortuosa y poco fructífera espera.
-¿Cómo surge la historia?
-Siempre me interesó el vínculo entre un empleado y un empleador. Me parece raro y en parte me angustia. Yo tuve una chica que me cuidó de bebé y es extraña esa forma del amor que se paga. Así es que con algo tan ridículo como un baby call decidí elaborar el vínculo.
-Es tu primera obra y tu debut como directora, ¿En qué momento la actriz está lista para ir detrás de escena?
-Dirigir siempre me resultó atractivo pero nunca me había sentido capaz de manejar un grupo de actores. Es que cuando sos actriz los procesos son complicados y veía cómo sufre el director.
Así que me tomé el tiempo necesario para sentirme segura.
-Ahora que te animaste, ¿Cómo influye tu experiencia como actriz en el rol de directora?
-Pararme en el lado de director habiendo sido actriz me sirvió para manejar bien a los actores, cuidarlos en cosas que yo me sentí descuidada como actriz. Para el director la obra es prioridad número uno y para el actor no. Así es que traté de no descuidarlos ni agotarlos y entender su susceptibilidad. Luego, como actriz, esta experiencia me ayudará a ser más paciente.
-¿No te tentó ponerle el cuerpo a "Baby Call"?
-Ninguno de los personajes era para mí y no creo que actúe en alguna obra que dirija. Está buena esa claridad y como actriz solamente nunca la hubiera tenido.